martes, 29 de abril de 2008

Exijo una explicación

Mediante el sistema de estadísticas de este blog, podemos conocer cómo llega la gente a visitarnos. Como se podrán imaginar, la mayoría de quienes llegan a este blog lo hacen a través de Google, y las estadísticas nos permiten también saber qué estaba buscando la gente que vino a parar acá.

Haciendo un pequeño resumen, nuestros visitantes vienen tratando de encontrar información sobre tres temas principales:

1) Hambre en el África.
2) Frases de todo tipo, principalmente "frases para insultar" o "frases para gente odiosa".
3) Winston Vallenilla.

Sin embargo, algunas veces revisando los criterios de búsqueda nos encontramos con algunas cosas chistosas o curiosas, por ejemplo, personas que llegan luego de poner en Google: por qué se burlan de los narizones, hocico de ratita o no me gusta pedir las cosas dos veces. Yo hoy me encontré con algo definitivamente perturbador; alguien llegó a este blog buscando lo siguiente:

"Coser el pelo en los manicomios"

La frase no deja de darme vueltas en la cabeza y la cantidad de preguntas que pueden surgirme al respecto, no tiene fin: ¿A la gente le cosen el pelo en los manicomios? ¿Esta persona buscaba despejar sus dudas acerca de una leyenda urbana o técnicas de costura capilar? ¿Será el nombre de alguna canción? Agradezco a cualquiera que tenga información al respecto, la deje en un comentario, ya que el asunto no me va a dejar dormir en paz.

lunes, 14 de abril de 2008

Más gente insoportable (II)

Como de costumbre, cada día encuentro más personas cuyo objetivo de vida pareciera ser molestar a los demás. Por tanto continuaré con el listado que había iniciado acá

Los enfermos que me enferman: Existen ciertos individuos que suelen padecer las más extrañas y desagradables enfermedades, las cuales generalmente viven en sus respectivas mentes. Cualquier conversación con ellos es traumática ya que se dedican a darte los más escabrosos detalles acerca de sus males; especialmente si la charla transcurre a la hora de comer, te dicen: Entonces el doctor me metió una aguja así de grande por el ojo y empezó a salirme un líquido verde. Y uno, por supuesto, no puede seguir almorzando en paz y maldice mil veces el momento en que preguntamos al sujeto que cómo estaba.
Dentro de esta misma categoría se encuentra una subespecie aún peor: Los que quieren enfermarnos. A esta gente, no se le puede decir algo tan simple como "me duele la cabeza" o "tengo gripe", pues enseguida se encargarán de darte su diabólico diagnóstico: Tienes que ir al médico, fíjate que a mi sobrino, que tiene tu edad; también le dolía la cabeza y resultó ser un tumor cerebral enorme que lo mató a las dos semanas.

Los que me llaman por teléfono antes del mediodía: Yo puedo atender una llamada sin ningún problema a la medianoche, incluso alguna vez he contestado el teléfono en la madrugada sin mucho disgusto; pero eso sí: NO me llamen en la mañana.
Durante la semana, me fastidia, porque o estoy trabajando o estoy yendo a la oficina y responder una llamada que no tiene un motivo concreto me quita tiempo. Los sábados y domingos, en cambio, trato de descansar en la mañana; ya que mis vecinos no permiten que nadie duerma por las noches.
A mí no me interesa que te hayas despertado un domingo a las 6 am. Si no se ha muerto alguien, no me llames.

Los que piensan que soy el 113: No, no soy el maldito número de información. Si quieres saber el teléfono de la Cinemateca Nacional o el de la panadería de la esquina, no me llames a mí, marca el 113 y pregunta al operador de turno. La compañía telefónica, cada año, nos regala además un lindo libraco amarillo donde están los números de comercios e instituciones, úsalo o métete en Google.

Los que creen que soy un quiosco: Vamos a aclarar algo, no existe ninguna razón lógica por la cual yo cargue chicles , caramelos o chocolates en mis bolsillos. Si quieres o "necesitas" comer alguna de estas cosas, vete a un comercio y paga por ellas. No logro entender por qué no pasa un día sin que alguien me pregunte: ¿Tienes un caramelito? Es que me provoca algo dulce.

Los fumadores que no fuman: Señores, la gente tiene que estar clara en la vida: O fuma o no fuma. Siempre me ha reventado la gente que es "fumadora social" porque eso significa una sola cosa: Que fuman compulsivamente pero sólo los cigarrillos ajenos. No se trata de ser egoísta, ojo, a mí no me importa compartir tabaco con algún familiar o amigo cercano, pero que cada dos segundos venga una idiota que ni sabe cómo me llamo a pedirme que le regale un cigarrillo porque ella sólo fuma en las fiestas me hace llegar al extremo del descaro y responderle: No fumo mientras le echo el humo en la cara.



miércoles, 9 de abril de 2008

De las peluquerías...

Quizá para la gente normal ir a la peluquería sea un hecho simple, van a la peluquería y ya. Pero para mí es todo un trance, un terrible mal necesario. Apenas entrar a una peluquería pasan varias cosas y uno se encuentra con distintos personajes:


1. La mujer de la entrada: es a la que uno le dice qué se va a hacer, y que empieza preguntando ¿quién la va a atender?, a lo que yo siempre respondo "no sé, con quien sea", porque no tengo ni idea de cómo se llaman l@s peluquer@s ni tampoco me importa.



2. La/el que lava el pelo: persona cuyo oficio es jalar el cabello hasta que a uno casi se le salgan las lágrimas. Además me produce un gran stress el hecho de que me pregunten: "qué te pongo?" a lo que pongo cara de idiota porque no sé de qué me hablan y digo "de qué??" y el/la tip@ responde: "crema o tratamiento?" (o algo así), y yo nunca sé qué responder porque no sé cuál es la gran diferencia entre los dos.


3. La/el que corta o seca o lo que sea que uno se vaya a hacer: es el personaje central de este tema, porque es con quién vamos a pasar más tiempo dentro de ese antro. Lo primero que hace es criticar el cabello de uno, el corte y/o el tinte que uno tiene, haciendo comentarios como: "ay mija y dónde te cortaron así ese pelo??", "mija, como te partieron ese cabello con esas mechas", o "muchacha tú si tienes cabello!!!".
Después, si lo que uno se va a hacer es secarse (mi caso la mayoría de las veces), pregunta: "cómo lo quieres, liso?", y yo solía poner cara de idiota, porque no sabía qué otro tipo de secado había aparte de liso, hasta que hace poco me enteré que también lo pueden secar "hacia arriba" (como Adela, para los entendidos).
Posteriormente viene la parte más traumática: cuando el/la peluquer@ quiere hablar. Si es hombre, te hablará de tu cabello, te preguntará por qué lo tienes así de partido, te recomendará tal o cual producto, etc., pero sobre todo hablará por el celular, porque lo llamarán cientos de veces mientras te atiende. Si es mujer y quiere hablar, lo hará de cualquier cosa que se le ocurra: de tu pelo, de su marido, de cuando parió, de los ladrones, de Chávez, o de cualquier cosa que a uno no podría importarle menos. Ah, se me olvidaba, todo esto bajo un ambiente musical de reggaetón, merengue de Diveana, Rocío Dúrcal o vallenato. Además que pretenden hablarle a uno ¡con el secador prendido! ; por lo menos yo nunca oigo cuando esa gente me habla y tengo que andar diciéndoles: "ah?? ah??? que??", fastidio que nos podríamos evitar todos si se quedaran callad@s. La solución más efectiva (pero no infalible) es ojear una revista mientras tanto, así sea para leer por onceava vez lo que le gustaba comer a la princesa Diana, dicho por el mismísimo chef de la familia real.
Finalizada esta etapa, se presenta una nueva situación incómoda (por lo menos para mí): la propina. Sé que hay que darle propina a la que me lavó el pelo, pero... ¿quién me lavó el pelo? ¡nunca le veo la cara!; ¿cuánto le doy de propina al que me secó? ¿y si me atendió la dueña de la peluquería (pero yo no estoy segura de si es la dueña)? ¿tengo que darle propina?¿no ofendo a nadie dándole propina?. Para evitar esto siempre trato de salir corriendo después de pagar y trato de no volver en mucho tiempo a esa peluquería para que se les olvide mi cara y el hecho de que no les di propina.

martes, 8 de abril de 2008

NO ME GUSTA PEDIR "FAVORCITOS"!

No es que me guste mucho pedir favores, de hecho trato de evitarlo a toda costa; pero cuando no me queda más remedio lo hago. La clase de favores que me enferma al extremo son los llamados "favorcitos", léase cualquier clase de desviación del curso normal de las cosas. Por ejemplo, si en un sitio atienden hasta las 6 de la tarde, y yo llego a las 6:05, no voy a pedir el "favorcito" de que me atiendan, porque simplemente el horario es ese y YA. Si me dicen que tal cosa va a estar para dentro de una semana, pues ¡voy dentro de una semana! no ando llamando todos los días a fastidiar para que me hagan el "favorcito" de agilizarme la cosa.

Pero peor aún que tener que pedir "favorcitos" para mí, es que otra persona me pida que le haga el "favorcito" de pedir un "favorcito". Es peor, porque tengo un gran problema a la hora de decirle a la gente que no, por lo que seguramente les diré que sí, pero tengan por seguro que NO VOY A PEDIR NINGÚN FAVORCITO. Voy a hacerles el favor, por supuesto, pero sin decir ningún "me lo puedes entregar mañana tempranito?", que les quede claro. Para evitar esto, cada quien tiene que hacer SUS cosas o saber a QUIÉN le piden sus favorcitos. La gente inteligente que me conoce ya sabe que yo no lo voy a hacer, pero hay gente tan ilusa que cree que voy a hacer cosas así como ¡¡¡cobrarle a alguien por ellos!!! O sea, yo no cobro ni la plata que me deben a mí, y MUCHO MENOS voy a cobrar por otra persona.

Otro comportamiento detestable que creo que puede encajar en la categoría de "favorcitos" es el pedir que lo coleen a uno. Hace poco estaba en el cine, comprando las chucherías, cuando se acercó una persona que conozco para pedir que le comprara las suyas, y lo más increíble es que no había sino 5 personas en la cola; yo se las compré sin dirigirle la palabra, y ante mis ojos esa persona quedó como ignorante, maleducada y abusadora.

Por último, aunque no sé si tiene mucho que ver, está el hecho de que no me gusta pedir direcciones a gente en la calle. Sólo lo hago en caso extremo, si ya llevo dando vueltas más de una hora, estoy sin gasolina o estoy apurada, y en este caso hay que saber muy bien a quién se le pide la dirección. Hay gente, así como mi mamá, a la que le encanta pedir direcciones a cualquier mamarrach@ que hay en la acera. Entonces yo me histerizo y le digo "Ése qué va a saber !!!!", ella me pone cara de odio y entonces tengo que preguntarle al heladero haitiano que ella escogió y que obviamente no tiene idea de lo que le estoy preguntando.

Espero que ahora antes de pedirme el "favorcito" de que les pida un "favorcito", lo piensen dos veces.