martes, 28 de octubre de 2008

El Reencuentro

El facebook ha traído consigo una de las más horribles epidemias de este siglo: Los reencuentros. En cuanto grupo de ex-alumnos, ex-empleados y ex-etcéteras, nunca falta alguno que salta con la maldita idea: ¡Tenemos que hacer un reencuentro!

Es interesante observar los preparativos del funesto evento. El autor de la siniestra propuesta comienza a sugerir fechas y lugares que de plano son rechazados por los demás: No, el 25 no puedo, pero el 30 me queda perfecto, dice uno. Un segundo responde: El 30 está bien, pero no vayamos a ese sitio, hay un lugar enfrente que es muchísimo mejor. Llega un tercero: ¿Y si mejor esperamos para reunirnos en diciembre? José llega de España el 14. En resumidas cuentas, al rencuentro acuden sólo cinco de los cuarenta invitados, ya que el resto nunca supo ni dónde ni qué día era la cosa.

Otras veces sucede que la iniciativa no obtiene ninguna respuesta. Es entonces cuando quien la propuso comienza a acosar a los demás a punta de mails o mensajes. El día del evento, van tres o cuatro y no paran de hablar de lo fastidios@ que es Fulanit@, quien justamente ese día tuvo la mala suerte de enfermarse.

No sé ustedes, pero si he perdido contacto con alguna gente, he de tener mis razones. Por ejemplo, en secundaria conocí a cuatro o cinco personas interesantes, ellos siguen siendo mis amigos hasta hoy. De resto todos eran nietos de italianos cuyo cerebro sólo les permitía gritar ¡Forza Juve! con falso acento y cosas por el estilo. La idea de encontrarlos de nuevo, diez años después y comprobar que siguen siendo idiotas pero que además están gord@s, viej@s y que de paso tienen hij@s, me asquea hasta el infinito.

De verdad no quiero que Antonella Di Estupidetti me muestre las fotos de su boda y menos aún que Fabrizio Anormalli me hable de política. Tampoco quiero pagar una cerveza más cara que mi corte de cabello porque a la hora de pagar "falta plata". Por lo tanto, eso de los reencuentros mejor se lo dejamos al grupo Menudo ¿no les parece?



martes, 21 de octubre de 2008

Exijo una explicación (4)

Las cosas más curiosas que han venido buscando a este blog (por los momentos):

"frases para insultar a fumadores": ¿Qué tal si mejor te doy algunas para insultar a tu madre?

"chicos de barrio letra contigo aprendi": Macglobia no entiende, favor explicar.

"el hambre de los africanos es justa": Estamos juntando dinero para comprar un pasaje a Etiopía para mandar de vacaciones a este anormal.

"canción venezolana que habla de la heroína": ¡Yo también quiero saber cuál canción es esa! En la radio no la deben poner, sólo ponen las que hablan de vacas.

"jerga de un carnicero": Y dale con el carnicero...

"que son las palabras y frases": ¿Es en serio?

"gasolinera en paredes del melo": ¿Del qué? Voy a buscar yo "el melo" en Google, capaz y me manda para acá.

"encontrar mensajes evangélicos que hablen de la envidia": ¡Y Google lo mandó para acá! ¡para acá! ¡a buscar mensajes evangélicos!

"me han digho vieja" (sic.): Bueno, acepta que la vista empezó a fallarte ya.

"me gusta que tú enfermas no mi": Tarzán tiene gustos extrañísimos.

"gorda chillona": A menudo la gente se busca en Google.

"delito llamadas molestar": La paranoia usual que viene después de pasar un lindo rato jugando con el teléfono.

"me voy a divertir con la persona equivocada": Dale, pásalo bien. Luego me cuentas qué tal todo. Att. Google.

sábado, 18 de octubre de 2008

La Estúpida de la Farmacia

Todos los días sale un anormal a la calle, y yo tengo la suerte de toparme al idiota de turno siempre en el mismo lugar: Haciendo fila delante de mí para comprar alguna cosa.

Yo no sé si tengo algún trastorno, pero cuando estoy esperando que me atiendan ya sé exactamente qué es lo que voy a pedir y que cuento con el dinero suficiente para pagarlo. Además tengo bastante claro que los vendedores y cajeros están allí para despachar, no para que hablemos de beísbol, de política o del colisionador de hadrones. También sé que detrás de mí hay otra gente que quiere hacer sus compras y que no tengo ningún derecho a hacerlos esperar más de la cuenta. Sin embargo, pareciera que siempre hay algún tarado cuyo cerebro no le da para comprender cuestiones tan sencillas.

Lo más frustrante de todo es que estos personajes se hacen presentes cuando el establecimiento en el que coincidimos está casi vacío, es decir, justo cuando yo pienso que no voy a demorarme más de cinco minutos en hacer mi compra y acabo teniendo que esperar media hora o más por culpa de sus desvaríos.

Para ejemplificar la actuación de este espécimen, relataré una anécdota reciente:

Una tarde me encontraba en una farmacia haciendo fila para pagar un paquete de vitamina C, tenía una sola persona por delante. Lo que no me podía imaginar es que se trataba de La Estúpida de la Farmacia. La mujer, de unos cuarenta años, se acerca al farmaceútico y le dice en voz baja (aunque pude escucharla claramente): ¿Tienes la pastillita azul?

El caballero reaccionó como lo haría cualquier persona normal ante tal muestra de idiotez, es decir, le respondió de mala gana: ¿Qué pastillita azul, señora? ¿De qué me habla? La Estúpida continuó susurrando: ¡La pastillita azul! ¡La pastillita azul! El farmaceúta bastante molesto comenzó a alzar la voz: ¡¿QUÉ PASTILLITA AZUL, SEÑORA?! ¡DÍGAME CÓMO SE LLAMA EL MEDICAMENTO QUE QUIERE!

Era obvio que todos los que estábamos en la farmacia, sabíamos ya qué era lo que quería comprar la Estúpida, el farmacéutico incluído. Pero supongo que tampoco se iba a arriesgar a despachar el remedio equivocado y a ganarse un escándalo de parte de la Estúpida por no haber adivinado.

Finalmente, la mujer se atrevió a pronunciar con un hilillo de voz las dos sílabas a las que que tanto le aterrorizaban: Via-gra. El señor fue a buscarla, se la entregó y le dijo el precio. Cuando yo ya pensaba que había acabado la agonía, la Estúpida arremetió: ¿No hay alguna más barata? Afortunadamente, en ese momento llegó otro empleado del lugar y el farmacéutico (que estaba ya a punto de cometer un homicidio-suicidio) le delegó la responsabilidad de darle a la Estúpida toda la información sobre los precios de la medicación para la disfunción eréctil. Y yo pude pagar la vitamina C, después de aproximadamente cuarenta y cinco minutos de espera.

jueves, 9 de octubre de 2008

Valga la cuña...

Tengo el placer de informar a todos que el blog Misión Cero Tolerancia al Machismo Femenino, (el hermano mayor de Las Paredes que Hablan), estrena su nueva sección Consultorio Sentimental. Desde allí, Tirana y esta servidora ofereceremos nuestros consejos a tod@s aquell@s lectores que nos escriban al mail que ya conocen: lasparedesquehablan@gmail.com
¡Así que escriban ya!¡Satisfacción garantizada!