Una canción que (sabe Dios por qué...) me gustaba mucho cuando tenía tres o cuatro años de edad, era un merengue que acá se hizo famoso en los ochenta cuando lo cantaba Wilfrido Vargas y su orquesta. El tema se llama "El Africano" y aunque, al igual que buena parte de la música caribeña, tiene una letra bastante simple, hoy me di cuenta que los pocos versos son relamente espeluznantes:
La negrita llamaba a su mamá
y así le decía:
Mami, el negro está rabioso
quiere pelear conmigo
ay díselo a mi papá
mami yo me acuesto tranquila
me arropo de pie a cabeza
y el negro me destapa.
Mami que será lo que quiere el negro
Mami que será lo que quiere el negro
Mami que será lo que quiere el negro
Mami que será lo que quiere el negro
Mami, el negro está rabioso
quiere pelear conmigo
ay díselo a mi papá
mami yo me acuesto tranquila
me arropo de pie a cabeza
y el negro me destapa.
Mami que será lo que quiere el negro
Mami que será lo que quiere el negro
Mami que será lo que quiere el negro
Mami que será lo que quiere el negro
El hecho de encontrarme en una situación similar a la de la negrita a la que se hace referencia, me produce escalofríos. Imaginen por un momento que están en una casa con un negro (o un blanco o un indígena o un extraterrestre, eso es lo de menos), que está rabioso. No sólo está rabioso sino que además quiere pelear. Desesperada, la negrita llama a su familia (supongo yo que por teléfono) y le cuenta a su madre lo que sucede. También le pide que le avise al padre. El negro no la deja en paz, ella se acuesta y el negro la destapa. Y de paso ¡nadie sabe qué demonios quiere!
Definitivamente no me gustaría estar en los zapatos de esa muchacha. Lo peor de todo es que como es usual en toda canción enferma, uno se queda con una gran incertidumbre: ¿qué pasó? ¿el padre llegó a tiempo para evitar que la cosa pasara a mayores? ¿alguien supo qué quería el negro? ¿siguió rabioso o se le pasó el disgusto?
Me llama mucho la atención la gran indiferencia de la madre, porque no responde nada al llamado de ayuda que hace su hija. Eso me pone a pensar en lo siguiente: ¿Por qué el negro estaba rabioso? Si hay que fijarse en algo, es en que sólo conocemos un lado de la historia, el de la negrita. Ella puede ocultar cosas para hacer parecer injustificado el ataque del negro. y seguramente la madre lo sabe y por eso no muestra ninguna reacción. Él puede tener sus motivos, es posible que la negrita lo haya obligado a escuchar los grandes éxitos de Franco De Vita o el último disco de Chino y Nacho. Así cualquiera se pone rabioso.
Es de notar también que la mujer llama a la casa de su familia y no a la policía, eso también vuelve medio sospechosa su historia. En cualquiera de los dos escenarios, nos quedamos en la misma ¿qué será lo que quiere el negro, pues?
Definitivamente no me gustaría estar en los zapatos de esa muchacha. Lo peor de todo es que como es usual en toda canción enferma, uno se queda con una gran incertidumbre: ¿qué pasó? ¿el padre llegó a tiempo para evitar que la cosa pasara a mayores? ¿alguien supo qué quería el negro? ¿siguió rabioso o se le pasó el disgusto?
Me llama mucho la atención la gran indiferencia de la madre, porque no responde nada al llamado de ayuda que hace su hija. Eso me pone a pensar en lo siguiente: ¿Por qué el negro estaba rabioso? Si hay que fijarse en algo, es en que sólo conocemos un lado de la historia, el de la negrita. Ella puede ocultar cosas para hacer parecer injustificado el ataque del negro. y seguramente la madre lo sabe y por eso no muestra ninguna reacción. Él puede tener sus motivos, es posible que la negrita lo haya obligado a escuchar los grandes éxitos de Franco De Vita o el último disco de Chino y Nacho. Así cualquiera se pone rabioso.
Es de notar también que la mujer llama a la casa de su familia y no a la policía, eso también vuelve medio sospechosa su historia. En cualquiera de los dos escenarios, nos quedamos en la misma ¿qué será lo que quiere el negro, pues?