viernes, 18 de enero de 2008

Las muñecas de Isbelia


Llegaron a mi casa a finales de los años ochenta, eran una especie de regalo corporativo para las madres y esposas de los empleados del banco donde mi padre trabajaba entonces. Mi primera impresión ante las muñecas fue simple: "tienen la nariz como un cochino". Ojeando la caja donde venían envueltas las figuras, encontré una tarjeta con el nombre y el teléfono de la artesana que las fabricaba. Pensé que era realmente necesario, llamarla y decirle lo que yo pensaba de sus muñecas, de forma anónima, claro está.

Hablar con Isbelia era sencillo, generalmente ella misma atendía la llamada, yo sólo le decía "Aló, ¿Isbelia?"; en tanto confirmaba su identidad, le decía "tus muñecas tienen la nariz como un cochino" y colgaba sin darle tiempo a responder. Después me reía un buen rato de mi ocurrencia y de imaginar lo que Isbelia pensaría, la cara que pondría, su miedo a contestar el teléfono cada vez que sonaba, esperando mi sencilla pero no poco despiadada crítica hacia su trabajo artístico.

Es que a Isbelia no la llamé una sóla vez, la llamé millones de veces. Comencé a los siete años, en esa época lo hacía casi a diario. A medida que iba creciendo, la frecuencia de mis llamadas era menor, aún así siempre le decía lo mismo "tus muñecas tienen la nariz como un cochino". Cuando ya rondaba la mayoría de edad, Isbelia y yo hablamos por última vez.

Esa fatídica tarde de una semana llena de exámenes aplazados y despecho adolescente, necesitaba desestresarme, pensé que era una buena idea llamar a Isbelia y decirle lo de siempre. Al segundo repique contestó; al igual que lo había hecho durante diez años, dije: "Aló, ¿Isbelia?" y ella "sí..." y yo "tus muñecas tienen la nariz como un cochino" . No me dio tiempo de colgar antes de escucharla responderme "sí, son igualitas a ti, Macglobia".

Corté enseguida y entré en un estado de paranoia tremendo, Isbelia me había descubierto y no sabía cómo (entonces el uso de los identificadores de llamadas no estaba nada extendido). Empezaba a imaginarme que se presentaba en mi casa a formar un escándalo o peor aún, que conseguía mi número y se vengaba haciéndome lo mismo. También pensé que cabía la posibilidad que ella me estuviese confundiendo con otra Macglobia, alguien de su entorno de quien ella sospechase y que casualmente se llamara igual que yo. Aún así, juré no volverla a llamar más nunca.

Hoy en día me pregunto qué habrá sido de Isbelia, si seguirá haciendo muñecas con nariz de cochino o habrá cambiado su forma de trabajar. Quisiera volver a hablar con ella, entrevistarla para este blog, ver el rostro de la persona a la que atormenté por tantos años, y claro, decirle que aún sigo pensando que sus muñecas tienen la nariz como un cochino. Lamentablemente, he perdido su número.


P.D: Si alguien conoce a Isbelia, sabe su teléfono o mejor aún su correo electrónico, por favor deje un comentario. Isbelia, si lees esto, quiero decirte que tus muñecas tienen la nariz como un cochino y que me encantaría entrevistarte.


1 comentario:

Anónimo dijo...

macglobia! tienes la nariz como un cochino!
estupendo!