jueves, 14 de mayo de 2009

Héroes cotidianos

Existe un oficio cuya importancia nunca ha sido reconocida lo suficiente y es el de los ascensoristas. Particularmente les tengo un gran respeto y admiración, porque no cualquiera es capaz de pasar varias horas metido en un espacio tan reducido con un montón de extraños entrando y saliendo a cada momento. De hecho, la mayoría de las personas se siente incómoda dentro de un ascensor; por ejemplo, nadie sabe nunca a dónde mirar: Algunos simulan hacer algo con el celular, otros miran al piso, pero casi todos fijan los ojos en los botones o en el indicador de pisos; mientras que rezan mentalmente para que el viaje dure lo menos posible.

Hablando de los botones, al contrario de lo que parece, operarlos no es cosa fácil. Se debe tener memorizada su ubicación exacta y los reflejos necesarios para oprimirlos en el momento indicado, es decir: pulsar "parada" segundos antes que las puertas aplasten los brazos del anciano que trata de entrar en el último minuto. Además, el ascensorista nos libera a todos de tener esas micro-charlas con desconocidos para pedirles que nos marquen el tres o para preguntarles a qué piso van.

Cuando el ascensorista no está, su ausencia se deja sentir. Siempre hay algún animal que se atraviesa justamente donde están los botones y no conforme con eso, se hace el sordo cuando alguien le pide permiso para que se aparte o le indica que marque "sótano dos, por favor". Por supuesto que el infaltable personaje es incapaz de pulsar la parada a tiempo y más de uno sale lesionado.

Otra cosa importante de estos abnegados trabajadores es que conocen de memoria cada recoveco del edificio donde prestan sus servicios. Así que cuando alguna persona se sube al elevador y pregunta en qué piso queda el consultorio de la Dra. Nomeacuerdo o la oficina de la compañía de electricidad, siempre serán capaces de guiar al despistado (nunca comprenderé por qué alguien espera hasta entrar en el ascensor para averiguar dónde queda el sitio al que se dirigen), nuevamente evitándonos a los demás tener que responder.

Por eso, cuando se encuentren con un ascensorista, recuerden este post y trátenlo con la consideración y el respeto que se merecen.

8 comentarios:

Tirana dijo...

Para mí, mientras menos gente haya en un ascdensor, mejor. Eso incluye al ascensorista. Por supuesto que me merecen mucho respeto por las razones expuestas, pero prefiero estar íngrima y sola en el ascensor. Por eso cuando me monto rezo para que se cierre antes de que algún idiota llegue a entrar.

Tirana dijo...

ascensor*

Macglobia dijo...

Claro Tirana, el escenario ideal es que no haya nadie en el ascensor, pero es difícil que eso suceda, sobre todo cuando se trata de edificios de oficinas. En esos casos es cuando la presencia del ascensorista es crucial.

Anónimo dijo...

http://www.zappinternet.com/flash/zi.swf?idvideo=hudPteLxiF&embed=true

miren el video....

Macglobia dijo...

Maldición Loserr, ¡qué ascoooooooooo!

Anónimo dijo...

jajajajasjasjkasj excuse-moi Mademoiselle Macglobia.! pero ese dia me sentia troll.

Julio César dijo...

Yo por el contrario, nunca me he subido a un ascensor con ascensorista, que mal.

Ricardo dijo...

los ascensoritas fueron puestos de moda en uno de los gobiernos del ídolo popular venido a menos carlos andrés pérez, como método de disminuir el desempleo en el país...