miércoles, 20 de febrero de 2008

Casas ajenas



Evito visitar otras casas, prefiero que vayan a la mía. Mis razones son muchas, por ejemplo, no tengo tanto problema en ir a la casa de alguien que vive solo o con alguna otra persona que nunca está. Creo que principalmente lo que me incomoda son las familias ajenas, más que las casas.

Las doñas, por ejemplo, madres o abuelas; suelen hacerme demasiadas preguntas que no me dan muchas ganas de responder, principalmente porque a ellas jamás de los jamases les satisface escuchar dichas respuestas. Si me preguntan si me dolió cuando me perforaron la nariz y les digo que no, ellas enseguida empezarán a discutirlo e incluso llegarán a molestarse si no les doy la razón (¡pero te tiene que haber dolido! ¡cómo no te va a doler!). Además de eso, suelen ofrecerme comida horrible y mirar mi plato a ver si me la como.

Los padres o abuelos, me resultan igual de molestos, pero su actitud es otra. Ellos se encargarán de ofrecerme algún consejo no solicitado desde el momento que entre a su morada hasta el instante en que la abandone (para no volver nunca más, en la mayoría de los casos). Una vez el abuelo de un amigo me dijo no menos de quinientas veces en diez minutos, que "los teléfonos celulares había que guardarlos en un bolso", luego de enterarse que yo acababa de perder el mío.

A los señores también les encanta discutir de política, y cuando eso sucede amigos míos, uno siempre deberá seguir la corriente; aunque haya que hacer un esfuerzo sobrehumano para contener el vómito, nunca le lleven la contraria a un viejo en su casa.

Los maridos y esposas entran en otra categoría, lo mismo que los primos y hermanos. Los hay de todos tipos, desde aquellos que no aguantan la presencia de un extraño y dan saltos por la casa haciéndose notar; hasta otros que uno ni se entera que están allí. Yo no suelo llevarme bien con las novias o esposas de mis amigos, pero eso merece otro post.

Las mascotas juegan un papel importantísimo. Un perro chillón o un gato que se empeña en saltar encima de uno vuelve el ambiente insoportable, por muy grata que sea la compañía humana, lo mejor es salir corriendo. Lo peor del caso es cuando los dueños del animal en cuestión no hacen el menor esfuerzo de controlarlo o de llevarlo a otro lugar sino que se quedan como si nada aunque el engendro peludo te esté descuartizando.

Sin duda, las mejores casas de amigos que he visitado son esas en las que las madres preguntan poco, los padres si acaso me hablan del clima, las abuelas me ofrecen torta de chocolate, los abuelos saludan sin fijarse en las trenzas sueltas de mis zapatos, los hermanos y parejas no estorban, y las mascotas son peces. O simplemente aquellas casas en las que nunca hay nadie.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajajaja!

La verdad,no hay nada más apestoso que entrar a una casa y que el perro te fastidie/orine/cague/etc.;que el que viva en la casa te haga sopotocientas preguntas (lo peor es que son las mismas,pero de eso escribiré un post) y que en las reuniones familiares siempre hagan parrilla o sopa (y lo peor es que siempre lo hacen con "la ricetta di la nonna").

Debería haber una segunda parte de este post.:)

Macglobia dijo...

Jejejeje, ahí tienes ya una especie de segunda parte.

Santi dijo...

Por razones similares nunca voy a casas ajenas, lo único que me molesta de que mis amigos vengan a mi casa (y de esto puedes hacer un larguísimo post) es que se queden eternidades. Para mí es díficil negarle algo a alguien que me lo pide (prohibido comentar sobre esto), y mucho más decirle que se vaya de mi casa.
Muy bueno tu blog che, felicitaciones ^^'

Macglobia dijo...

Phnx: Entiendo y comparto tu disgusto ante las visitas que duran eternidades. Tiene que ser alguien muy amigo para que no me den ganas de mandarlo a su casa. Cuando era pequeña una vez una compañera de estudios me dijo que si podía quedarse una noche en mi casa, al final se quedó tres días!!! Nunca la volví a invitar.