En la edición anterior de este post, ya había mencionado mi repudio hacia las comunidades online, para después sin muchas explicaciones, confesar que me había registrado en facebook. Sí, una vez más demostré que a mí no se me debe hacer mucho caso.
Las excusas que puedo dar al respecto son un montón, pero la verdad de todo es que decidí registrarme por una razón de peso: Me sacaba la piedra en exceso que todo el mundo hablara del fulano Facebook y yo ahí como una estúpida sin entender mayor cosa.
Luego que me registré, pensé en no cometer el mismo error en el que había caído cuando abrí mi primera cuenta de MSN: admitir a cuant@ idiota conocía. Por tanto mi lista de amigos se ha mantenido bastante reducida.
La primera impresión luego que entré a visitar el perfil de alguno de mis amigos, fue dantesca: La pesadilla de las cadenas de internet estaba presente también en el diabólico invento que llaman FunWall o SuperWall: "copia y pega esto y verás quien visita tu perfil", "dile a todos tus contactos que no acepten como amigo a Chichilo Fernández es un virus que formatea tu ordenador". Eso sin contar cosas como "te mando este pote de basura, es el pote de basura de la amistad, reenvialo a tus amigos"; además de un montón de videos estúpidos.
Pero eso era apenas una muestra del infierno que significan las aplicaciones. A pesar de tener pocos amigos, me comenzaron a llegar miles de notificaciones que me avisaban que Wareschol me había mandado tres kilos de cocaína virtual usando la aplicación "regalitos ilegales" o que Nosecuantita me invitaba a hacer el test "qué marca de antigripal eres". Debo confesar que llené muchos de estos cuestionarios (ya sé qué estación del metro soy) pero eso sí: jamás le mandé invitaciones a nadie. Primero por no molestar y segundo porque me daba mucha vergüenza que mis conocidos supieran lo ociosa que puedo llegar a ser; aunque a ellos aparentemente no les sucede lo mismo.
Tengo que decir que no todo en el Facebook es desagradable; un día me llegó una solicitud de amistad de mi mejor amigo de la infancia, de quién hacía varios años no había tenido noticias. Me agregó un mensaje que decía: "¿Macglobia, te acuerdas de mí? Yo vivía al lado de tu casa y estudiábamos juntos. Estoy en Italia ahora. Saludos." ¡Y cómo no iba a acordarme! Así que le respondí con entusiasmo, preguntando cómo estaba, qué había sido de su vida. Y no me contestó. Jamás contestó.
Más tarde descubrí que esa es una práctica común: La gente no responde los mensajes de la página, sólo envían porquería y llenan sus perfiles con aplicaciones inútiles que hacen que mi vieja computadora explote cuando trato de verlos. Y por supuesto, todos quieren ser Roberto Carlos (el cantante, no el futbolista) para tener un millón de amigos.
A mí que no me molesten, tengo que darle comida a mi perro virtual.
Las excusas que puedo dar al respecto son un montón, pero la verdad de todo es que decidí registrarme por una razón de peso: Me sacaba la piedra en exceso que todo el mundo hablara del fulano Facebook y yo ahí como una estúpida sin entender mayor cosa.
Luego que me registré, pensé en no cometer el mismo error en el que había caído cuando abrí mi primera cuenta de MSN: admitir a cuant@ idiota conocía. Por tanto mi lista de amigos se ha mantenido bastante reducida.
La primera impresión luego que entré a visitar el perfil de alguno de mis amigos, fue dantesca: La pesadilla de las cadenas de internet estaba presente también en el diabólico invento que llaman FunWall o SuperWall: "copia y pega esto y verás quien visita tu perfil", "dile a todos tus contactos que no acepten como amigo a Chichilo Fernández es un virus que formatea tu ordenador". Eso sin contar cosas como "te mando este pote de basura, es el pote de basura de la amistad, reenvialo a tus amigos"; además de un montón de videos estúpidos.
Pero eso era apenas una muestra del infierno que significan las aplicaciones. A pesar de tener pocos amigos, me comenzaron a llegar miles de notificaciones que me avisaban que Wareschol me había mandado tres kilos de cocaína virtual usando la aplicación "regalitos ilegales" o que Nosecuantita me invitaba a hacer el test "qué marca de antigripal eres". Debo confesar que llené muchos de estos cuestionarios (ya sé qué estación del metro soy) pero eso sí: jamás le mandé invitaciones a nadie. Primero por no molestar y segundo porque me daba mucha vergüenza que mis conocidos supieran lo ociosa que puedo llegar a ser; aunque a ellos aparentemente no les sucede lo mismo.
Tengo que decir que no todo en el Facebook es desagradable; un día me llegó una solicitud de amistad de mi mejor amigo de la infancia, de quién hacía varios años no había tenido noticias. Me agregó un mensaje que decía: "¿Macglobia, te acuerdas de mí? Yo vivía al lado de tu casa y estudiábamos juntos. Estoy en Italia ahora. Saludos." ¡Y cómo no iba a acordarme! Así que le respondí con entusiasmo, preguntando cómo estaba, qué había sido de su vida. Y no me contestó. Jamás contestó.
Más tarde descubrí que esa es una práctica común: La gente no responde los mensajes de la página, sólo envían porquería y llenan sus perfiles con aplicaciones inútiles que hacen que mi vieja computadora explote cuando trato de verlos. Y por supuesto, todos quieren ser Roberto Carlos (el cantante, no el futbolista) para tener un millón de amigos.
A mí que no me molesten, tengo que darle comida a mi perro virtual.
7 comentarios:
Lamento decir que me tuve que inscribir en tiwtter,otra odiosa red social,para lo unico que sirve es para decir mensajes que irán a parar a mi blog como noticiero de mi blog,valga la redundancia,por si no puedo postear o actualizaré alguna verga después.
Debo decir que el twitter,como el facebook,es una mariquera que solo sirve para decir "Que coño estoy haciendo".Claro,el facebook muestra un coñazo de fotos que a nadie nos interesa.
PD:pásate a ver "estupideces de la burocracia",también verás un desahogo de mi parte.
Yo me anoté al facebook por la misma razón que vos, Macglobia. Por suerte mis amigos parecen tener más criterio que los tuyos, y no recibo ni en pedo tantas y tamañas boludeces (al menos hasta ahora). El Fun wall y la gran mayoría de aplicaciones las tengo sin aparecer en mi perfil; las únicas que muestro son las que profesan mi amor por Harry Potter y Doctor Who, hehehe, y mi alto CI (modestia cero, jaja).
Creo que por ahora lo llevo bien. No estoy enganchada, pero no me pesa.
Besos.
Jedimaster: Conozco twitter, de hecho, acá hay un link al mío. Creo que lo abrí antes del blog y como siempre se me dieron bien las cosas cortas, lo usaba como mini blog. Hace mucho que no entro. Luego paso a ver tu post.
Nuri: Me alegra que no te pase lo mismo que a mí con el fb. Yo tengo también muy pocas cajas en mi perfil y el Fun Wall me niego rotundamente a instalarlo.
Saludos a los dos.
tranquila, mac... ya responderá el fulano italiano... a lo mejor es de los que no se conectan mucho... ten paciencia
;)
Lo único que no me gusta del facebook es la chismosería.
Por favor leer este comentario que es interesante, lo hice en otros blogs y fue muy bueno:
Si tambien me anote en facebook ahora lo trato de borrar. Porque ahi se insultan, se desnudad, parecen ridiculos y ponen giladas. Escuche que el facebook se invento para poder estar conectado con amigos hablando temas serios como estudio,trabajo, etc. Pero no ponen giladas salen chicas de 10 años desnudas, despues tienen que saber que eso lo ven mucha gente. yo no le entiendo tanto al facebook pero me parece que es bueno perno nadie lo usa bien, hasta el messenger se convirtió en una porquería.De suerte que mi familia no lo conoce porque o si no se orrorizarian. Esperamos que algun dia inventen algo como el facebook o el messenger y que lo usen bien.
Ojala eso pase.
PD: pongo anónimo porque ya veo que el blogspot se convierte en una porqueria de basuraamigosvicionéticos como se llame. y coma
Bueno, Anónimo, la verdad es que el problema nunca ha estado en las cosas en sí mismas, sino en la cantidad de gente tarada que las usa mal.
Saludos.
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